Barcelona es patrimonio futbolero de la humanidad
La culpa de todo la tiene una cerveza, la Damm. El 15 de abril de 1972, el Club de Fútbol Damm le ganó 3 a 2 a Barcelona la final de la Copa Catalunya juvenil de aquella temporada. Enojado por esa humillación deportiva, el presidente Agustí Montal decidió contratar a Laureano Ruiz como entrenador del Juvenil A. Laureano llegó con una idea: la pelota es mía. Para ejecutarla, impuso su método de trabajo, lleno de ejercicios para mejorar la técnica individual y ajustar automatismos colectivos. Lo hizo a contracorriente. Descartó a los torpes y apoyó a los talentosos, sin importar tamaño ni fuerza. Debió arrancar de su despacho un cartel que decía: "Si vienes a ofrecerme un juvenil que mida menos de 1,80m date la vuelta". Implantó los rondos, buscando estimular la velocidad de reacción y, sobre todo, la inteligencia para entender el juego. Ganó cinco títulos consecutivos y, a partir de su segunda temporada, consiguió que todos los equipos, de juveniles para abajo, jugaran igual, con el sistema 3-4-3 y los mismos conceptos...
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