Es un Barça que se deja empatar cuando tiene el partido controlado, algo que le pasó anoche y hace unos días ante la Real. Fallos de concentración y despistes de los que se pueden acordar los de Guardiola.
Precisamente Guardiola, que hasta ahora ha sabido leer a la perfección los problemas que puntualmente ha podido arrastrar el Barça, no parece que ahora dé con la tecla adecuada en cuanto a los centrales. Sin Puyol ni Piqué, no hay garantías. Mascherano y Busquets no funcionan, y en los primeros minutos de partido la zaga fue un flan en la que Pato pudo hacer aún más daño del que hizo.
A pesar de ello, el Barça se levantó de la lona pese al gol tempranero (24 segundos) y empezó a engrasar la maquinaria, minimizando al Milan. Messi -siempre él- se echó el equipo a la espalda y su jugada en el gol de Pedro no está al alcance de casi nadie. Con el gol de Villa parecía que el partido estaba finiquitado pero, de nuevo, otro de los talones de Aquiles del Barça esta temporada, una jugada de estrategia, echó por tierra el trabajo durante todo el partido...
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