La pelota ahora está en el tejado de Rosell y los suyos. Las ya marcadas distancias entre el presidente y el entrenador se agiganten y, por medio, un problema: Guardiola todavía no ha renovado. Este tipo de problemas podrían forzar la no continuidad del técnico, un golpe bajo para la zona noble del Camp Nou.
Los actuales mandatarios no entienden que Pep no haya aceptado las constantes ofertas de tres años, con sueldo notable, que le ha ofrecido la actual junta directiva. Pero Guardiola, se quiera o no, tiene el poder de decisión y con él, el de presión sobre Rosell y los suyos. Si decide no seguir, podría causar una grave crisis en la institución. De quedarse, podría exigir a los mandatarios un cambio de rumbo con respecto a Laporta...
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